Si lo que buscas son experiencias asombrosas, te organizamos el viaje perfecto a Marruecos.

Uno de los lugares a visitar es el Ksar Aït Ben Haddou, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco,

Se encuentra en la provincia de Ouarzazate, a 200 kilómetros de Marrakech, traspasando el Atlas, hacia el sur.

Es una muestra maravillosa de la arquitectura en el sur de Marruecos.

De una belleza impactante, aparece inmensa, la observas y sientes una curiosidad máxima por entrar, pasear por sus calles, subir a los torreones, descubrir como vivían, transportarte a un tiempo en donde el Ksar era vida de familias que se unían y se defendían y protegían dentro de sus muros..

Una ciudad fortificada base de adobe, paja y barro. Situada en la antigua ruta de las caravanas junto al rio Ounila, su enclave era estratégico para la ruta comercial entre Sudán y el norte de Marruecos.

En ella todavía vive alguna familia, aunque ahora es fundamentalmente conocida por las muchas películas que se han rodado, como Gladiator, Juego de tronos, Babel o La reina del desierto entre otras.

El Ksar Aït Ben Haddou es uno de los conjuntos arquitectónicos de kasbahs mejor conservados en Marruecos y sin duda, es uno de los lugares más bellos de Marruecos.

Llegar al Ksar Aït Ben Haddou después de haber recorrido la ruta de Telouet y el valle de Ounila, es una experiencia asombrosa.

El valle de Ounila, que coge su nombre del rio Ounila, que es el que traspasaremos para entrar en el Ksar, es uno de los paisajes más espectaculares de Marruecos, recorre la antigua ruta de las caravanas y en ella encontraremos multitud de kasbahs que todo y estar medio derruidas conservan una belleza exótica, la ruta de las 1000 kasbahs.

Viajar para aprender, crecer y mejorar. Viajes personalizados a Marruecos.

Viajar por Marruecos para disfrutar de sus paisajes, de una naturaleza extrema y cambiante, de su arquitectura, kasbahs majestuosas que resisten con dignidad el paso de los siglos aun siendo de adobe, de sus tradiciones, el folklore de su música gnawa, de los aguadores, su gastronomía, exquisitos platos como el tajim de buey con ciruelas y almendras, su artesanía, todo tipo de productos elaborados de manera manual que los convierte en únicos, como nuestros viajes personalizados, que nunca hay dos de iguales porque cada cliente es único y especial.

En artesanía, de todos, quizás unos  de los más conocidos y apreciados son los productos artesanos  elaborados con piel o Marroquinería.

Llegar a Marruecos, pasear por el zoco y descubrir que unas sandalias, hechas a mano, de piel, pueden salirte por 10 euros nos sorprende, y luego nos fijamos en los cinturones, que puedes elegir a tu gusto el trenzado, el color y la hebilla y personalizarlo, o las mochilas, productos que en nuestro país nos sería imposible encontrar a estos precios.  Y aquí acabaría la historia si nuestro objetivo no fuera llegar al fondo de la cuestión. Los curtidores de Marruecos.

Cierto es que una de las visitas estrellas de Fez es ir a una terraza de una de las tiendas que limita la curtiduría, en el interior de la medina, para ver cómo se trabaja la piel, tal cual se hacía en tiempos ancestrales y tal cual continúan haciéndolo en la actualidad. Asomas la cabeza y descubres un montón de cubas de todos los colores pero a la vez percibes un olor intenso y instintivamente acercas el ramito de menta que te han ofrecido a tu nariz.

Observas, en silencio y con un respeto absoluto a todos los hombres que encorvados, remueven las pieles y las trajinan de una cuba a otra, diligentes en su trabajo.

Es un proceso laborioso, hay que poner las pieles en el interior de cubas llenas de cal y de  excrementos de paloma, pasados unos días hay que introducirlas en otras cubas llenas con tintes naturales, para, una vez teñidas, ponerlas a secar y ya,  poder los artesanos del cuero, elaborar los productos típicos que se pueden encontrar en el zoco: maletas, bolsos, cinturones, babuchas, sandalias,…

Solo quedan curtidores artesanos, que curten las pieles de manera natural sín ningún producto químico y con la fuerza de sus brazos en Fez y en Marrakech.

Los curtidores de Marrakech no son tan visitados, hay que remontar la medina hacia el norte, salir de las callejuelas turísticas y adentrarse entre las cubas, allí el olor es más fuerte que en Fez, allí las miradas son directas, las pieles se amontonan justo a tu paso, allí todo es más intenso, menos fotográfico, pero mas intenso, no hay escapatoria, allí tomas plena consciencia de lo que significa un trabajo duro.

Y de eso van nuestros viajes personalizados a Marruecos, de clientes curiosos, sensibles y respetuosos.

 

En Marruecos todavía quedan unos 25.000 nómadas, pocos si pensamos en que antiguamente todos éramos nómadas, pocos si pensamos en las largas caravanas que cruzaban el desierto del Sahara, desde Mali subiendo hacia el norte, a Marruecos, cruzando Argelia y Túnez hasta llegar a Egipto, pero todavía quedan familias nómadas en el sur de Marruecos. Familias dedicadas al pastoreo de cabras, ovejas y dromedarios.

Hay que viajar hasta el sur y salir de las rutas convencionales para poder compartir con ellos un té, sentados en el suelo alrededor de una tetera que va calentando el agua, sentados juntos, observando su elaboración.

Poco tienen, una haima, unas mantas, algún utensilio para cocinar, algún bidón para almacenar el agua y el té para ofrecernos, símbolo de hospitalidad. Mucho tienen, niños correteando con una sonrisa y ojos avispados, madres y hijas que se apresuran a encender el fuego, padres que vigilan su ganado.

El ritmo de sus vidas es pausado, viven sus vidas alejados de la contaminación de la vida moderna, no tienen televisión, no tienen internet, no tienen luz, ni agua corriente, ni habitaciones separadas del salón o la cocina, nunca lo han tenido y no lo echan en falta. Deben ser ligeros, buscar el lugar de pasto más adecuado para sus animales y adaptarse a lo que la naturaleza les traiga.

Los observas, mientras esperas que el té que están preparando esté listo, ellos han querido que nos sentáramos en el interior de su cueva, hospitalarios y respetuosos. Ellos también te observan y no sé qué deben pensar, sonreímos, la madre sirve el té en pequeños vasitos de cristal puestos en una bandeja de aluminio sobre la tierra de la cueva.

Son una familia de nómadas trogloditas. Sorbemos el té casi al unísono, sorbemos un momento de nuestras vidas tan distintas y distantes, sorbemos de nuevo, esta rico, sorbemos respeto, hospitalidad, tolerancia, dignidad, sorbemos sabiduría, felicidad, aceptación.

Se acaba el té, debemos continuar ruta, nos levantamos y al salir de la cueva sé que difícilmente olvidaré este té con los nómadas de Marruecos.

Quizás viajar es reencontrar por un tiempo el espíritu nómada que todavía hay en nuestros genes, nos limpia el corazón, nos abre la mente, nos enriquece el alma. Y de eso van nuestros viajes personalizados a Marruecos.

Cada año, en el mes de mayo, el Moussem de las rosas.

Cada año, en el mes de mayo, el valle de las rosas despierta todos los sentidos para celebrar conjuntamente con todos los habitantes de la región, la recogida de las rosas, sustento de muchas familias que viven en este valle ubicado en el alto Atlas, en el sudeste de Marruecos, justo donde las montañas ceden su fuerza al valle, donde las rosas toman protagonismo.

El cultivo de las rosas, la destilería de sus esencias, la producción de sus perfumes, la conocida agua de rosas, representan el quehacer de la región y es la principal fuente de ingresos de la economía local.

Kelaat M’Gouna es el pueblo principal, con cerca de 15.000 habitantes, rodeado de hectáreas de rosales.

La rosa de damasco es recogida una a una por las mujeres de la región, cada familia cultiva un pequeño terreno de rosales y durante el mes de mayo, la recogida de las rosa, termina con una gran fiesta en donde la comida y la música tradicional sirven para festejar a las rosas damasquinas.

El valle de las rosas confluye con el valle de Dades, conocido por las gargantas del Dades, antes una pequeña población Bhou Tarar nos lleva a descubrir parajes totalmente vírgenes, parajes mesetarios entre montañas, donde solo la pista abre camino, donde solo pequeñas familias nómadas trogloditas viven en ellos.

Un espectáculo de naturaleza salvaje, de sencillez en las vidas, de artesanía, de perfumes y colores.

El festival de las rosas, cada año, en el mes de mayo.

Nuestros viajes personalizados permiten disfrutar de la esencia de Marruecos.

La perla del sur, Marrakech es la ciudad más visitada de Marruecos y está siempre entre los destinos preferidos por los viajeros de todo el mundo.

Los que ya la han visitado saben el por qué, los que todavía no la conocéis, sabed que os está esperando, allí está, acogedora, cada vez más bonita, cada vez más cosmopolita, pero sin perder su esencia milenaria.

Marrakech es una ciudad de colores, olores, caras,… es el bazar donde todo es posible y donde todo puedes encontrar, es la ciudad para pasear por las callejuelas laberínticas del zoco y perderte sin saber a dónde llegarás pero con la seguridad que te sorprenderá cada esquina.

Marrakech es taghim, cous-cous, dátiles, frutos secos, zumo de naranja y té a la menta. Restaurantes marroquis y restaurantes internacionales, terrazas amplias con un servicio exquisito.

Marrakech es la plaza Jmaa-el-Fnaa, tranquila por la mañana y transgresora a la noche. Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Marrakech es el estrés de los coches, motos, carros, bicicletas, camiones y autobuses, y es la paz del patio de nuestro riad iluminado con velas. Es una ciudad medieval, amurallada, donde los curtidores trabajan las pieles como hace no sé cuántos años, pero también es la Mamounia, el lujo, los maseratis, los campos de golf, las mansiones y los palacetes.

Marrakech es la ciudad de acogida de escritores, pintores, artistas. Los Jardines de Majorelle fueron durante años espectadores de las grandes fiestas que Yves Saint Laurent organizaba, él pasaba largas temporadas. Goytisolo, el escritor, vive allí, cerca de la plaza, le gusta el Café de la France. Sentarse y dejarse llevar por el ir y venir de la gente.

Es el placer de una cerveza bien fresca en una terraza donde descansaremos agotados después de rodar y regatear, contemplando en silencio las montañas del Atlas, las buganvilias y las palmeras, y un silencio interior y embriagador que se romperá con la llamada a la oración des de las diferentes mezquitas que hay esparcidas por la ciudad.

Marrakech es la estrella polar de Marruecos, es la que nos da la bienvenida y la que nos muestra su cultura, sus valores, su comida y sus tradiciones, en ella nos podemos familiarizar con sus gentes y su historia, y, si disponemos de tiempo, será el punto de inicio y fin de nuestro viaje personalizado por el sur de Marruecos.

Es el lujo de sus palacios, como el palacio Bahia, construido a finales del siglo XIX para la familia del visir Ba Ahmed Ben Moussa, interesante visita, decoración exquisita.

Es la grandeza de la medraza Ben Youssef, llegar a ella callejeando por la medina, una joya arquitectónica, mosaicos, mármol, estucos y cedro para una antigua universidad coránica que en sus tiempos, acogía cerca de 1.000 alumnos.

Es la calma de sus jardines, los jardines de la Menara con el Atlas de fondo, o los jardines de Majorelle, antigua residencia del diseñador Yves Sant Laurent, o los 4 campos de golf. Los jardines abundan pequeños en el interior de los riads, y tambien el ciber jardin Moulay Abdessalam, cerca de la Koutoubia. Espacios para pasear y relajarse. Un gran palmeral de 14.000 hectáreas rodea la ciudad y es la excusa perfecta para dar un paseo en coche de caballos.

Las murallas que rodean la medina o ciudad antigua, con casi 20 kilómetros de longitud y 20 puertas de acceso, algunas de ellas conservadas como Bab Agnaou, cerca de las tumbas saadies, necróplis reales datadas del siglo XV.

Marrakech es artesania, cuero, lana, madera, hierro son materias primas que los artesanos transforman consiguiendo bolsas únicas, alfombras exquisitas, teteras, o lámparas,…

Es bienestar, sus spa o hammam, un placer para nuestro cuerpo.

Marrakech es sorprendente, cambiante, en un tranquilo paseo te trasladas del bullicio del zoco y sus pequeños puestos de artesanos al bullicio de la ciudad nueva, Gueliz y Hivernage, con sus tiendas de marcas internacionales y edificios modernos en grandes avenidas.

Ven y vívela tu!!

Quizás sí que nuestras vidas sean una recopilación de momentos, de hecho cada uno de nosotros tiene su propia recopilación, distinta, que da sentido a nuestra vida, que por algo somos únicos!!

Los viajes anhelados forman parte de nuestros momentos.

Hay personas que nos han encargado un viaje personalizado a Marruecos , casi de manera inmediata tras una conversación sobre el desierto, o los zocos, su arquitectura o naturaleza salvaje.  Los hay que llegan a 1001toursmorocco tras tiempo pensando en un tour a medida que quieren disfrutar al máximo,  disfrutar de la magia del país, de rincones auténticos y del encanto de los quehaceres cuotidianos  de sus gentes.

Y este es uno de los momentos: te acuerdas cuando decidimos viajar a Marruecos? Formará parte de nuestra propia recopilación y brillará como cada noche lo hace la estrella polar.

Después vienen un sinfín de momentos que configuran una nebulosa, como las estrellas en el desierto, decidir las fechas, los vuelos, las rutas , los alojamientos, lugares a visitar, el presupuesto, las maletas, … pero que nos acercan cada vez más a diseñar correctamente nuestro viaje  y a vivirlo plenamente.

Finalmente llega el día de la partida, aeropuerto, check-in, controles, puerta de embarque,…from Marrakech, o Casablanca, Fez, o Tánger,…y allí estamos, justo en el momento previo al embarque, cuando ya todo está listo, observando el avión  y sentimos un cosquilleo mezcla de ilusión y deseo por poder disfrutar de todas las vivencias que el viaje nos deparará, un cosquilleo que nos hace sentir vivos, enérgicos, aventurados.

Y este, es otro de los momentos, será como una estrella fugaz, probablemente no quedará en nuestra recopilación, pero en el preciso momento previo al embarque, brillará con fuerza. Y este es el momento fugaz que merece la entrada en el blog.

Y mezclando y parafraseando momentos de vida y estrellas, quizás una nueva entrada en blog, sean las distintas rutas por Marruecos, a cual más bonita, como las constelaciones. Ciudades imperiales, costa atlántica, 100 kashbas, desierto de Merzouga, Atlas, desierto de Erg Chigaga, viajes con encanto y a medida pensados para recopilar momentos que configuren nuestras vidas.

No es nada importante, de entrada, pero no me gustan los bufetes libres.

Cuando viajo, si puedo, me gusta alojarme en pequeños hotelitos con encanto, ubicados estratégicamente en mi ruta y esta es una de las razones por las que me apasiona viajar a Marruecos, por sus riads y sus desayunos.

Sentarte en la terraza de un riad, notar el calorcito del sol en la cara, la luz clara de la mañana, el canto de los jilgueros, observar como Khadija o Meriem se acercan con una cara sonriente para darme los buenos días y empezar a preparar la mesa con todos los utensilios para mi desayuno. Me gusta que me ofrezcan sus tortitas recién hechas, el zumo acabado de exprimir, que me sirvan el café con la leche fría, como a mi me gusta, que las mermeladas sean caseras, que el pan este recién tostado, me gusta el tacto de la servilleta de algodón blanco, saber que todo está dispuesto en mi mesa con atención, mimo y buen gusto, me gusta el pequeño jarrón en el centro, con la flor recién cortada del jardín, sí!, a mi me gusta desayunar así.

Por esto organizo viajes personalizados a Marruecos, porque organizar viajes personalizados me da la posibilidad de conocer a mis clientes, de poder atenderlos como a ellos les gusta, de poder cuidar cada detalle por pequeño que sea, porque sé que su viaje será como mi desayuno, cuidado, personalizado, amable, sin prisas, disfrutado!!

No soy amiga de las grandes cadenas hoteleras, expertas en desayunos de bufet libre, no me gustan las habitaciones impersonales, estándar, con largos pasillos y puertas numeradas, si puedo elegir, prefiero la intimidad de un pequeño riad, acogedor y cálido.

No me gustan las aglomeraciones de gente, todos mezclados persiguiendo una cucharita para remover el café, apresurándose a coger mesa para la cena, prefiero la paz que me proporciona el salón privado del riad o de una villa a las afueras de Marrakech.

Y no es un tema económico el que marca la diferencia, es sencillamente saber y perseguir como sentirse bien, a gusto, disfrutando cada momento del viaje, ya sea un monumento, un paisaje, la habitación o el desayuno.

Dicen que deberíamos dedicar más tiempo a compartir buenos momentos con los nuestros, sí, a vivir aquellos momentos que son los que con el tiempo se anclan en nuestros recuerdos y configuran nuestro paso por esta vida.

Viajar es una buena manera de vivirlos, pero hay muchas maneras de viajar.

Hay viajes y viajes. Todos lo sabemos. Imaginemos un viaje lleno de buenos momentos que recordaremos toda la vida. Sabes de lo que estamos hablando, de un viaje sentido desde el alma, que nos llene y nos inspire.

Diferente en todos los sentidos, de contrastes, de paisajes espectaculares, de vivencias intensas, en riads de las mil y una noches, de ciudades imperiales, de jaimas con mil y una estrellas, en el desierto salvaje del Sahara, recorriendo la antigua ruta de las caravanas, caravanas de dromedarios, de kasbas imponentes de adobe, un viaje con sonidos exóticos, con sabores y olores a kurkuma, incienso, menta y hierbabuena.

Un viaje a Marruecos pensado para que tú lo disfrutes en todo momento, a tu ritmo, solo con quien tú quieras, alargando sobremesas porque sí, o apresurando un tente en pié para aprovechar algo nuevo, surgido durante el viaje, decidiendo lo que más te apetezca, con la confianza y la tranquilidad de que todo será perfecto, de que tu única misión será disfrutar, porque cuidaremos de ti y de los tuyos hasta en el último detalle. Es tu viaje y debe ser un viaje lleno de buenos momentos.

Mira la foto, son siluetas, las siluetas nos hacen imaginar, imagina tu viaje y nosotros te lo haremos realidad.

En Marrakech, la ciudad roja de Marruecos, podemos disfrutar de un oasis azul,  de un azul único, diferente de cualquier otro azul, el azul Majorelle.

Jacques Majorelle fue un pintor francés que, en sus viajes en busca de luminosidades nuevas, se enamoró de la ciudad y creó unos jardines con variedades de los cinco continentes pero con un estilo impresionista que nos calma y relaja, que nos acerca a un paraíso de paz, paseando entre estanques, fuentes y naturaleza cuidada con mimo.

Yves Saint Laurent tomó el relevo a Jacques Majorelle, en el cuidado de este espacio único con más de 300 especies,  consiguiendo que los jardines sean uno de los rincones más visitados de Marruecos.

En ellos, durante muchos años, Yves Saint Laurent encontró la inspiración para sus diseños de alta costura, en ellos gozó de la vida con sus amigos y en ellos se esparcieron sus cenizas.

El bullicio de la ciudad, desaparece para dejar paso a un remanso de paz repleto de verde y de azul. El oasis azul de la ciudad roja.

500 años lleva observando  el quehacer cotidiano del valle del Draa, en el sur de Marruecos, cerca de Agdz,  desde los primeros habitantes en ella, los de la tribu de bereberes de Mezguita, defendiéndolos de las invasiones, acogiendo a los nómadas que llegaban en largas caravanas desde Tombouctou,  escuchando sus cantos, el correr de los niños por el interior del ksar,  500 años observando el río, su gran río Draa a sus pies, y allí continua, en pie, una de las más ancianas Kasbahs, observando ahora, desde su rincón estratégico el ir y venir del tránsito, esperando que la disfrutemos, entrar por una de sus 4 puertas, pasear por sus ya casi desaparecidas callejuelas,  allí continua, esperándonos!!